Gabri Veiga y otro canterano más

07.10.2022

El Celta es uno de los clubes modelos de España en lo que a gestión de cantera se refiere. Siempre sabe hacia donde van pero nunca olvidan desde donde vienen, lo que les permite que jugadores como Hugo Mallo sean los capitanes después de tantas temporadas o que Iago Aspas solo se encuentre cómodo en su casa, en Balaídos. Esto provoca que el sentido de pertenencia de los jugadores con el club sea máximo, y que incluso otros, como es el caso de Fran Beltrán, entiendan desde el primer momento la idiosincrasia que posee el lugar al que han llegado.

Una cantera, dicho sea de paso, que funciona realmente bien, empeñada en seguir sacando talentos, en nutrir a diversos equipos de primera y en ser una de las más importantes de LaLiga. No son solo sensaciones, sino que los datos terminan avalando que el Celta, pese a no ser capaz en muchas veces de retener los talentos que pasan por su casa, es un formador excepcional, un profesor intachable, como están demostrando jornada tras jornada dos de los grandes delanteros del fútbol español, el incansable Joselu y el reciente internacional Borja Iglesias.


Mención aparte merece Brais Méndez, uno de los últimos grandes proyectos del club y uno de los sacrificados ante esa necesidad de los equipos españoles de hacer caja, porque, ¿quién querría desprenderse de él? El gallego ha salido del Celta, pero el Celta no ha salido de él, a pesar de haber encajado como un guante en la Real Sociedad de Imanol, de ser uno de los mejores jugadores en este inicio de temporada y de seguir estando en la mente de un Luis Enrique que ya ha confiado varias veces en él. Porque el vacío que ha dejado en la banda derecha del Celta, y por todo el campo en realidad, es imposible de llenar. Ese último bastión de celtismo y cantera que ha azotado las alineaciones celestes, en un equipo que por primera vez en quince años ha estado en el campo sin ningún canterano en un tramo de algún partido,

Este vacío, y el de Denis Suárez apartado por sus peleas con la directiva, se está empezando a llenar por un amor de primavera en pleno otoño. Porque ha aparecido Gabriel, ese chico que gustaba a muchos y que conocían pocos, esa joya que sabes que existe pero a la que todavía no le has visto jugar con continuidad. Hasta que ha hecho falta, hasta que el equipo le ha necesitado. Porque para entender su talento y su influencia solo hay que ver como Coudet, un entrenador poco afín a la cantera o a los jóvenes talentos, le ha dado oportunidades como a nadie, le ha otorgado minutos como al que más y está a dos o tres partidos de entregarle las llaves del equipo y permitirle hacer lo que él quiera.


Con 20 años y un talento sin límites, Gabri Veiga está explotando. Ha cubierto la baja deportiva de Denis Suárez, ocupando sus espacios, aportando esa creatividad y siendo el que lleva la batuta del centro del campo, a la par que el peligro cada vez que el balón pasa por sus pies. Porque Coudet se ha dado cuenta de que el Tapia-Beltrán es sólido, pero que Veiga en el centro del campo es mejor. Porque claro, se puede decir que el argentino le ha dado las oportunidades, pero es mucho más cierto decir que ha sido el gallego quien ha tirado la puerta abajo, quien se plantó en la segunda parte frente al Cádiz y le cambió la cara a un equipo gris, quien llegó al Metropolitano y celebró un gol, y quien no tuvo reparos en regatear a Carvalho y en mirar portería desde fuera del área para darle los tres puntos a su equipo. Los tres primeros.

Gabri Veiga ha llegado para quedarse porque realmente siempre ha estado ahí. Talento, calidad, desparpajo y mucha capacidad ofensiva. Sus números impresionan e impresionarán, pero mucho más clave será su influencia, tanto dentro como fuera del campo. Porque el joven gallego es todo lo que necesitan los aficionados del Celta para seguir creyendo, porque es esa joven ilusión que recuerda que la cantera sigue produciendo, que se pueden conectar las gradas con el césped. La confianza de muchos ahora estará en lograr que se pueda quedar muchas temporadas, y sobre todo, por qué no decirlo, que pueda empezar a llenar el espacio abismal que se va a quedar dentro de no tantas temporadas, cuando Iago tenga que colgar las botas. A partir de ahora, y hasta las siguientes diez o quince temporadas, siempre quedará Gabri Veiga.


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