El Espanyol de Diego Martínez

24.01.2023

Ha sido una de las historias más complicadas de contar la del Espanyol en liga, un equipo con un entrenador nuevo pero sin ideas, con una defensa donde quien brillaba era por la parte negativa y una delantera que parecía ser incapaz de revertir una situación que era cada vez más difícil. Y es que el equipo de Diego Martínez, se parecía a todo menos a un equipo de Diego Martínez.

El dúo que conformaron Lecomte y Álvaro Fernández, nunca juntos sobre el césped pero siempre nombrados por los aficionados pericos, estaba siendo suficiente para desestabilizar a un equipo que ya había llegado con la moral algo justo a esta temporada tras el culebrón RDT y la salida por la puerta de atrás de Vicente Moreno, uno de esos entrenadores a los que se recordará por menos cosas de las que han hecho.

Llegó un entrenador que había estado mucho tiempo visitando estadios, esperando su gran oportunidad, aguantando para coger las riendas de un proyecto sólido tras haber salido de Granada encumbrado como un héroe. El técnico que ascendió a un equipo y que al siguiente año estaba jugando Europa League. La heroica actuación frente al Manchester United, fiel verdugo de los equipos españoles en algunas competiciones europeas.

Y después de dudas, coqueteos con el descenso, pérdida de puntos y jornadas incestuosas, se puede casi afirmar que el Espanyol ha vuelto, y que como no podía ser de otra manera, lo ha hecho de la mano de Diego Martínez y sus principios básicos de cómo jugar al fútbol. Lo del Barcelona fue la primera prueba de que este equipo no era el mismo tras el parón, pero todo lo que ha venido después ha sido la constatación de que el Mundial ha sido un antes y un después, como si se trataran de dos temporadas diferentes.

Una única mancha se le puede reclamar a un equipo que suma 8/12 últimos puntos en liga, y es la eliminación copera. Pero a muy pocos equipos del mundo se les puede pedir que se planten en San Mamés, en la Copa del Rey y superen al Athletic Club, por lo que la mancha en el historial quedará borrada con una permanencia que ahora sí que han encarrilado y con una ilusión que, tras la victoria contra el Betis, les ha colocado a seis puntos de Europa.

Y es que el equipo de Diego Martínez por fin está reluciendo lo que debe ser con esta plantilla. A excepción de Joselu, aconstumbrado en su etapa en Alavés a solucionar todos los problemas ofensivos, quedaba por ver la mejor versión de varios jugadores. Todo aquello por lo que el técnico gallego se caracteriza, esa motivación para sacar lo mejor de jugadores que son muy buenos y, o no lo saben, o ya se les ha olvidado. Así han llegado porterías a cero, con César Montes demostrando que lo del tiempo de adaptación no tiene por qué ser verdad, con Cabrera recuperando su nivel, un Brian Oliván que demuestra los retazos que dejó la temporada pasada y un Javi Puado que todavía se debate entre si quitarse las legañas de la juventud o pedir 'cinco minutitos más'.

Y entre medias de todo, entre medias de un Álvaro Fernández que ya sí parece ese que impresionó en Huesca, y un Joselu que parece que se ha retado con Iago Aspas y Borja Iglesias para llevarse el Zarra de LaLiga, se encuentra Vini Souza, el motor sin el que nada funcionaría en este Espanyol. El brasileño, con 23 años, ha sido titular siempre que ha podido, ha comandado el centro del campo perico y le ha dicho a Diego Martínez que no se preocupe, que ya está él para lo que haga falta.

Porque esto sí que es un equipo reconocible, este sí es el Espanyol que tanto tiempo se ha estado buscando sin éxito, el equipo pegajoso, que incordia, que hace daño con el balón, que explota las bandas y que arriba tiene un martillo goleador. Pase lo que pase, Diego Martínez y los suyos han encontrado el camino a seguir, han demostrado que las malas rachas son algo únicamente pasajero y ahora mismo solo miran para arriba. Concretamente, para el cielo de Barcelona.

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