El Cádiz y su fortín en el Nuevo Mirandilla

02.03.2023

Hay equipos nacidos para la gloria, creados con el sistemático afán de ganar partidos, de conquistar competiciones y de levantar metales con formas de trofeos. Hay equipos cuyo presupuesto escapa a los de muchos estados de países alrededor del mundo, cuyos objetivos van desde la ambición hasta una ambición todavía más exagerada, que necesitan ganar para seguir siendo ellos mismos. Una cualidad casi idiosincrática que refleja su modo de ser y de vivir, su modo de estar en cada liga o en cada competición.

No obstante, hay muchos otros cuyo sino es sobrevivir. Equipos que tienen mucho más claros sus objetivos, pero que no saben del todo cómo van a poder conseguirlos. Equipos con mucho menos presupuesto, pero mucho más corazón. Equipos muchas veces de mínimos, con especial cuidado de las áreas, dejando a manos de la suerte todo lo demás, por una falta de calidad o una falta de fuerza que en ocasiones es imposible de contrarrestar.


El mejor ejemplo de esto es el Cádiz. Porque el Cádiz no juega con once futbolistas sobre el terreno de juego, cuenta con once guerreros. Ese ADN puro Cervera que instauró cuando lograron el ascenso, y que tan bien le funcionó para terminar la temporada en mitad de tabla, es el mismo que ha instaurado Sergio, y que de momento le ha servido para sacar a los gaditanos de puestos de descenso, para empezar a sumar puntos y para demostrarle a España entera que, por intentarlo no va a ser, que su objetivo a final de temporada está marcado en rojo, aunque no lo consiga hasta la jornada número 38. Tiene claro Sergio González lo que quiere lograr con el Cádiz, y cada vez ha adquirido más mimbres para saber como hacerlo. Su Cádiz tiene más personalidad, más valor y menos miedo.

Como equipo guerrero que ha sido, es, y quiere ser el Cádiz, tenía que formar su propio coliseo. Un estadio que diera miedo solo con pisarlo, que le dejara al rival la sensación de que va a perder, que no tiene ninguna opción. El Cádiz ha conseguido eso en el Nuevo Mirandilla, un refugio ante los ataques rivales, un hogar junto con 25.000 almas que cada vez se sienten más reconocidos con su equipo. Porque en este equipo no juegan los mejores, ni siquiera los que tengan más calidad, sino que juegan los once que más valor tengan.

Hay muchos jugadores del Cádiz que quizá no serían titulares en otro equipo. Eso es la magia de un conjunto que ha adquirido una idea y se ha abrazado a ella, donde cada pieza sabe lo que tiene que hacer y donde el puzle encaja a la perfección. El Nuevo Mirandilla se ha convertido en un escenario incómodo, y no lo dicen las sensaciones ni las opiniones, sino que cada vez lo gritan más los datos. Nueve partidos consecutivos invicto, nueve ocasiones en las que nadie ha podido llevarse los tres puntos de un estadio que rezuma guerra, lucha, sangre y permanencia.


Porque desde el 10 de septiembre de 2022, ningún equipo ha conseguido plantar su bandera en tierra cadista, cuando lo hizo el Barça en uno de sus momentos de máximo apogeo futbolístico. Entre tanto, han pasado rivales como el Atlético de Madrid, el Villarreal y el Betis sin poder llevarse más que un simple punto, regalándole la vida a un Cádiz que incluso ha podido regalarle a su gente victorias tan extraordinarias como la de Rubén Sobrino en el 99'.

El Cádiz ha encontrado su rumbo, y ese rumbo ha pasado por hacerse invencible en casa. Nueve partidos seguidos sin perder que pueden ser diez contra el Getafe, donde han superado holgadamente a rivales como Mallorca y Girona, y donde han convertido el Nuevo Mirandilla en un fortín, por decir algo, porque cada vez tiene más pinta de coliseo romano, con Sergio González bajando el dedo pulgar cada vez que un rival quiere echarse ante los leones, representados con una marea amarilla.

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